domingo, 7 de noviembre de 2010

El año 1885 la Feria de Alcalá se celebró en Noviembre

 
El año 1885 la Feria de Alcalá de Henares no pudo tener lugar como es tradicional, "por San Bartolomé". Hubo de retrasarse hasta los días de la llamada feria chica "por San Eugenio" a mitad de noviembre. La última gran epidemia de cólera que estaba asolando amplias zonas del territorio español, había hecho su aparición en nuestra ciudad en los primeros días del mes de agosto. El corresponsal del Diario El Liberal escribía el día 26:

"Cuando todo debía ser aquí animación y alegría por haber de celebrarse la feria tan renombrada de esta ciudad reina aquí gran tristeza, motivada por la epidemia de cólera que sufrimos con resignación. El foco infeccioso principal se encuentra en la parte baja de la población, si es que este nombre puede darse a esta parte, es decir, desde la Magistral hasta las puertas del Vado, Madrid y Bernardas. Es en estos sitios en donde causan bastantes defunciones y un número subido de invasiones. Ayer, sin ir más lejos, pasaron éstas de 60 y las defunciones de 12".

Este recuento de "invasiones" y muertos se convirtió en noticia diaria en los periódicos de toda España. Los primeros casos detectados, o "invasiones" en la terminología entonces utilizada, se habían producido en el área levantina, al principio de la primavera. Las manchas negras del mapa aquí expuesto muestran las zonas invadidas desde entonces.

La excepcional gravedad dio lugar a discusiones sobre las mejores medidas sanitarias para atajar la enfermedad. El médico catalán Jaime Ferrán, que había desarrollado una vacuna específica para el cólera, acudió a Valencia, donde la situación era gravísima, e inició una amplia campaña de vacunación. Surgieron entonces partidarios y detractores de este novedoso método. Podríamos decir que el asunto se politizó. Los conservadores y monárquicos se manifestaron contrarios a las vacunas y defendieron el tratamiento tradicional de saneamiento de aguas, limpieza y establecimiento de barreras sanitarias. Por el contrario, los liberales y republicanos eran firmes partidarios de apoyar al Doctor Ferrán. Se impusieron finalmente los primeros, pero la labor del doctor Ferrán quedó como un nuevo paso para el progreso.

Esta epidemia estuvo también a punto de provocar un conflicto constitucional. El Rey Alfonso XII quiso recorrer la región de Murcia muy castigada por el cólera para visitar y consolar a los enfermos, lo que hizo saber al Gobierno de Cánovas. El Rey tuvo que desistir de este viaje ante la opinión contraria del Gobierno. En el mes de junio Aranjuez estaba sufriendo fuertemente las consecuencias del cólera. El Rey, en este caso, la mañana del 2 de julio, sin avisar previamente ni al Gobierno ni a los miembros de la familia real, marchó a esa ciudad visitando los hospitales de la localidad y consolando a los enfermos. Ante este hecho consumado, que por otra parte había sido muy bien valorado por el pueblo, el Gobierno evitó cualquier crisis institucional haciendo notar que la visita del Rey al real sitio de Aranjuez había sido únicamente de carácter privado.

Como contraste a estas actuaciones, nuestro Corresponsal en El Liberal se dolía del abandono en que estaba nuestra ciudad:
"En cambio ¡qué desdén el de las Autoridades de Madrid para con nosotros! Ni hemos visto al delegado sanitario Marqués de Bogaraya, ni al capitán general ni a nadie que haya venido en su nombre. Se conoce que están muy ocupados. Sepa España que a los seis días de epidemia y a cinco leguas de Madrid, nadie ha venido y nos morimos solos"

A mediados de Octubre la epidemia había sido erradicada ya de Alcalá. El Ayuntamiento decidió señalar para los días 14, 15 y 16 de noviembre la celebración de la feria de ese año. Se programó una corrida de toros para el lunes día 16 con la actuación de la cuadrilla de Lagartijo, anunciándose que ese día habría trenes especiales de Madrid a Alcalá.

El periódico El Imparcial publicó el 18 de noviembre una crónica sobre estos acontecimientos. Su enviado y crítico taurino Eduardo Muñoz retrata el ambiente anterior a la corrida:

"Setecientos treinta y cuatro pasajeros – bien contados – toman asiento en un tren especial, del que a las doce y media desembarcan en Alcalá de Henares. Va en ese tren la cuadrilla de Lagartijo y, como jefe accidental de ella Rafael Guerra conocido en los medios taurómacos bajo el nombre de Guerrita. Llevan los viajeros la alegría por divisa y su buen temple por escudo. ¿A donde va toda esa gente? Casi no hay para que decirlo: ¡ A los toros !."

"Diez minutos despues de la llegada del tren especial, casinos, fondas y cafés se ven atestados de gente que a gritos pide el almuerzo, a gritos se queja de no ser prontamente servida, y con toda prisa dan fin a los manjares que a su alcance ponen mozos poco diestros en este servicio de gran velocidad. La cuestión es no perder la corrida que empieza a las dos y media en punto. A esa hora se presenta en el palco presidencial el Alcalde primero Don Esteban Azaña, y muy luego aparece en el redondel la cuadrilla de Lagartijo al frente de la cual marchan, como jefe, el Guerrita, y, como subjefe o sobresaliente, el Manene. Para amenizar musicalmente hay tres bandas: la municipal y las de los Regimientos de Canarias y León. La plaza está casi llena. El primer toque de clarín sirve para anunciar el comienzo de la fiesta y el principio de finísima e incesante lluvia."

Tras comentar los lances de la lidia de los cuatro toros que fueron estoqueados, se lamenta: "Qué lástima de ganado, o mejor dicho qué lastima de dinero invertido en comprar tales alimañas" y resume diciendo: "Los chicos trabajaron con la mejor y más inútil voluntad del mundo. Aquellos toros no eran toros: eran cualquier cosa ; por eso son más dignos de aplauso los esfuerzos de los lidiadores... y la lluvia seguía cayendo"

Después de dar cuenta de los incidentes y revolcones de los jóvenes que seguidamente se lanzaron al ruedo para enfrentarse a cuatro morlachos embolados concluye su crónica:
"Poco después de las cinco de la tarde ya no quedaba en la plaza ni uno sólo de los tres mil y pico de concurrentes que casi la habían llenado."
"Quedaba para completar la fiesta del día y poner término a las ferias que comenzaron el sábado, una función de fuegos artificiales. Pero es de suponer que, por estar mojada la pólvora, el público callejero se habrá quedado sin poder contemplar los cambiantes de colores, los cohetes, las culebrinas y las ruedas fantásticas con que un acreditado pirotécnico se proponía entretener a la multitud. En cuanto a las ferias propiamente dichas poco bueno se puede decir. Debían haberse celebrado en agosto, y el cólera tiene la culpa de que se hayan verificado en noviembre. Este forzoso retraso ha influido poderosamente en la desanimación de unas ferias que suelen estar animadísimas"

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