jueves, 25 de agosto de 2016



   
   Un ligero paseo por mis ancestros paternos

Estaba el viernes pasado leyendo el diario del día 27 de mayo, pero de 1812, y no un diario cualquiera sino el oficial del Rei Jose I, es decir, la Gazeta de Madrid, y me topé con el relato de la “heroica” acción llevada a cabo por uno de mis antepasados, mi trastatarabuelo Antonio Vicente Torralbo. Por entonces era el Corregidor de Priego, señal de la buena consideración que de él tenía “Pepe Botella”. Hasta le había nombrado Caballero de la Real Orden de España por Decreto de 12 de marzo de ese mismo año.



No es de extrañar el tono de exaltación con que en la Gazeta se cuenta lo sucedido el día 5 de mayo que en resumen fue lo siguiente:

Llega a oídos de mi cuarto abuelo que por el cerro del Calvario hay "un destacamento considerable de insurgentes”. Sale disfrazado (no se explica cómo) y comprueba que es cierto. Así que  ¿Qué hace? Se encierra en el castillo con toda la tropa. Los “bandidos” se esparcen por la ciudad, cometiendo toda clase de excesos. Cuando le llega información de que la casa del obispo esta siendo robada, esto ya le exaspera, contagia su ardor guerrero a 16 guardias cívicos y sale con ellos de la fortaleza para desalojar a los de la partida. Estos, al enterarse de ello, a pesar de ser más numerosos, huyen despavoridos a las montañas.

Tal descomunal hazaña tiene guasa; más bien los hechos debieron de tener otro cariz más amigable, que no narra la Gazeta.


Me imagino que en el Calvario se encontraron el Corregidor y el jefe de los patriotas, y lo que le dijo sería más o menos de este tenor:
“Bien, como siempre, nosotros nos encerraremos en el castillo, entretanto os dais una vuelta por el pueblo, disfrutáis de estar un rato con vuestras familias y amigos, y cogéis todo lo que necesitéis. Al caer el sol, saldremos toda la tropa con el estruendo habitual, para daros tiempo a que huyáis despavoridos”.

Libres ya de los franceses, a los pocos meses, en octubre, todos juntos y, al grito de “viva la Pepa”, participaron en los grandes festejos que tuvieron lugar en Priego en honor de la Constitución de Cádiz.

Y en los años siguientes Antonio Vicente Torralbo siguió participando en la gestión municipal como si tal cosa, Gran amigo y consuegro  suyo era mi otro cuarto abuelo, el escribano Francisco Ceballos Heredia.  De su matrimonio con  Mº Carmen Morales nació mi tercer abuelo Antonio Ceballos Morales. 
Éste se casó con una hija del famoso Corregidor, Francisca Mª Torralbo de Burgos Ojeda, y de tal pareja nació mi bisabuelo, Antonio Ceballos Torralbo. Este se enamoró de mi bisabuela y se unieron tanto que tuvieron cuatro hijos y éstos fueron considerados naturales durante casi treinta años, pues no fueron legitimados hasta que se casaron, cosa que por fin pudieron hacer el 8 de julio de 1891, un poco antes de la boda de mi abuelo Jose María Carlos Ceballos Hoyos. Parece que a mis tatarabuelos no les gustaba la unión  de mi bisabuelo  con su mujer, María Josfa Hoyos y Tomé. ¡Qué cosas! Quizás la consideraban de un nivel social inferior o inadecuado, por ser hija de un aguardentero y de una forastera (era de Pamplona) con apellidos habituales entre gitanos.
Llama la atención que en un pueblo tan conservador y plagado de iglesias y cofradías, mis bisabuelos se atrevieran a llevar públicamente su relación y pudieran educar a mi abuelo Carlos y a mis tio abuelos Eduardo. Arcadio y Presentación, sin que la condición de hijos naturales les perjudicara socialmente.
Hicieron más caso al amor que a las conveniencias. Ole por ellos.

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